Muchas gracias por todos los comentarios que he recibido sobre mi Inventario. Dice Clarissa Pinkola Estés que los amigos que nos aman y contemplan calurosamente nuestra vida creativa son los mejores soles del mundo y en ese sentido ustedes, mis amigos, son mi luz y mi alimento. Y gracias al que es mi esposo e insiste en sacarme a la luz desde mis escondrijos. Aquel texto fue el final de un proceso de duelo cuya primera etapa, digámoslo así, cerré antes de venirme, un balance para saber con más exactitud cual era la ganancia y la perdida y pasar al siguiente paso.... porque más allá de la vivencia bipolar de reír y llorar, desplomarse y levantarse de los últimos meses, yo necesitaba ponerle palabras a la vivencia, elaborar, porque si no todo se reduce a la impresión del caprichoso embate emocional del que no saco nada en limpio y poco a poco hasta el recuerdo de la sensación se va olvidando...
Estoy de vuelta. Es curioso volver a algo que es conocido pero de lo que no te acuerdas. Siento que camino en punta de pies, como si no pudiera pisar firmemente la tierra. Es como aprender a andar, poder utilizar el desequilibrio para moverme en una dirección, más allá de la inseguridad y el riesgo de caída. Entiendo porque los niños necesitan un entorno seguro para afianzar los apoyos y una rutina para delimitar el tiempo y el espacio... necesito un trabajo, una casa y continuar un proyecto de vida y de familia.
Todo aquí parece explotar, la vida se abre paso salvajemente: las nubes parecen titanes celestes, los árboles con sus diferentes tonalidades de verde y su crecimiento asimétrico y exagerado, la lluvia que cae como si el cielo fuera a romperse en pedazos, el caos del tráfico y la manera improvisada de hacer de la gente y al mismo tiempo en medio del ambiente frenético, la posibilidad de hacer cosas, la oportunidad para crear, la apertura, la tierra vírgen, el movimiento.
La gente dice que es duro volver, yo no he pasado de la contemplación, el asombro y la sensación de desubicación. A veces hasta encuentro semejanzas. El pasado 12 de octubre un cura recordaba en la misa de domingo, que celebrábamos el comienzo de la evangelización, lindo nombre para decir homogeneización, imposición e irrespeto a las diferencias. Más de 500 años después seguimos reproduciendo los errores de nuestra madre (llámese Iglesia, llámese Patria) y creemos que unidad significa igualdad de pensamiento; que oposición denota oponerse a todo lo que el otro haga, culparlo en lo posible sin proponer alternativas y sin buscar conciliación; y evangelizar es adoctrinar y aconsejar porque soy yo quien sé lo que le conviene al otro, en una relación sutilmente vertical sin preguntas, sin escucha, sin acompañamiento real. Ya sé que contrario al dicho, todos los gatos no son pardos y hay gente aquí y allá, trabajando por hacer las cosas diferente, pero comentarios como ese me ponen los pelos de punta.
Hay cosas que parecen ir más allá del lugar y la época, cosas que pertenecen a la naturaleza humana, quizás a eso podrían referirse las palabras de Bolívar: “ Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”. No a una creencia soberbia de que todo lo podemos, o que nosotros somos los buenos y por eso lo lograremos, sino a tomar en cuenta esa parte de la naturaleza humana que destruye, que lo deja todo en ruinas, que sabotea y que además nos constituye y que antes de dominar debemos aceptar y comprender para sólo entonces ponerla al servicio de la creación.
Aquí estoy, desde mi ventana, rogando porque mi animus sea lo suficientemente fuerte para empujarme a la acción, mientras trato de entender cual es mi lugar en ésta mi casa.