En una época donde el tabú del tiempo que inexorablemente pasa, se manifiesta en los desesperados intentos de la sociedad contemporánea por olvidar el envejecimiento y la muerte, cumplir años y recordar la edad después de los treinta es casi un sacrilegio. Bienvenidos sean los regalos y la fiesta pero del cúmulo de años que han pasado desde el nacimiento ni hablar, a lo sumo balbucearemos un “ ticinco”.
Atrás quedó la época en que la edad era sinónimo de respeto y los más ancianos eran miembros privilegiados del clan. Si bien es fundamental que cada generación valore su propia experiencia y encuentre su propia manera de hacer, también es importante ponerla en continuidad con el pasado que la sustenta, no para venerarlo o preservarlo intacto sino para ser capaz de re-crear con la herencia recibida. Me encontré en estos días con un texto de Eduardo Galeano que lo ilustra así:
“ A orillas de otro mar, otro alfarero se retira en sus años tardíos. Se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ha llegado la hora del adiós. Entonces ocurre la ceremonia de la iniciación: el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su pieza mejor. Así manda la tradición entre los indios del noroeste de América: el artista que se va entrega su obra maestra al artista que se inicia.
Y el alfarero joven no guarda esa vasija perfecta para contemplarla y admirarla, sino que la estrella contra el suelo, la rompe en mil pedacitos, recoge los pedacitos y la incorpora a su arcilla.”
La exacerbación de valores como la eterna juventud y el culto a la imagen, unida a la incertidumbre y la poca valía de la población fuera del sistema de producción, hacen que ser viejo hoy sea sinónimo de ser inútil y desechable. No es que me sienta vieja, al contrario el mejor momento de mi vida es ahora, y espero poder seguir repitiendo esta frase hasta el final de mis días. Pero es evidente que voy envejeciendo, sólo le pido a Dios hoy en mi cumpleaños número 35 poder envejecer con dignidad y sin vergüenza, que cada etapa de mi vida esté llena de experiencias que me hagan más persona, que recuerde cada día que amar es don y decisión y que no olvide que conocerme a mí misma y aceptarme como soy es el mayor de los éxitos.
De ser así seguiré teniendo siempre un cumpleaños feliz.
Atrás quedó la época en que la edad era sinónimo de respeto y los más ancianos eran miembros privilegiados del clan. Si bien es fundamental que cada generación valore su propia experiencia y encuentre su propia manera de hacer, también es importante ponerla en continuidad con el pasado que la sustenta, no para venerarlo o preservarlo intacto sino para ser capaz de re-crear con la herencia recibida. Me encontré en estos días con un texto de Eduardo Galeano que lo ilustra así:
“ A orillas de otro mar, otro alfarero se retira en sus años tardíos. Se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ha llegado la hora del adiós. Entonces ocurre la ceremonia de la iniciación: el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su pieza mejor. Así manda la tradición entre los indios del noroeste de América: el artista que se va entrega su obra maestra al artista que se inicia.
Y el alfarero joven no guarda esa vasija perfecta para contemplarla y admirarla, sino que la estrella contra el suelo, la rompe en mil pedacitos, recoge los pedacitos y la incorpora a su arcilla.”
La exacerbación de valores como la eterna juventud y el culto a la imagen, unida a la incertidumbre y la poca valía de la población fuera del sistema de producción, hacen que ser viejo hoy sea sinónimo de ser inútil y desechable. No es que me sienta vieja, al contrario el mejor momento de mi vida es ahora, y espero poder seguir repitiendo esta frase hasta el final de mis días. Pero es evidente que voy envejeciendo, sólo le pido a Dios hoy en mi cumpleaños número 35 poder envejecer con dignidad y sin vergüenza, que cada etapa de mi vida esté llena de experiencias que me hagan más persona, que recuerde cada día que amar es don y decisión y que no olvide que conocerme a mí misma y aceptarme como soy es el mayor de los éxitos.
De ser así seguiré teniendo siempre un cumpleaños feliz.
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