“Debes estar contenta por el resultado del referéndum”, -me dijo un compañero con el que estudio catalán y que no me conoce de nada más- Yo le respondí: “realmente estoy muy molesta con toda esa gente que no fue a votar”
Por las razones que sea, infundadas o no, un 44% de abstención no es victoria de nadie, sino reflejo de la comodidad o la desesperanza de un país que sigue perdiendo.
Alivio, creo que es la palabra que mejor define mi estado de ánimo, después de tantos días de tensión, y agradecimiento, por los esfuerzos de tanta gente, por la esperanza de los más jóvenes y la llamada a la reconciliación de algunos..Pero es curioso que aquí en el exterior la gente no se tome la molestia de preguntar, sino que da por sentado que la opinión que difunden los medios de comunicación, es generalizada y verdadera. Al día siguiente del episodio con el rey, todos eran expertos en Venezuela y el tema llenaba las conversaciones estériles que coartaban la posibilidad de la escucha y la duda ante una situación que no se conoce. Pasa igualmente cuando despotrican alegre y categóricamente sobre la iglesia, asumiendo que uno no es creyente y que igual que ellos “se caga en la puta hostia”.
Estoy un poco cansada de los seres humanos, tan reduccionistas, tan poco empáticos con los que piensan diferente, tan egoístas y posesivos....tan propensos a la locura y la destrucción. Cansada de la categorización, de la descalificación que da seguridad y afianza la falsa creencia de ser muy listos. Grupo del que yo no estoy exenta.
Antes del referéndum me preguntaba si de ganar el “no” y ser reconocido por el gobierno, la gente seguiría diciendo que en Venezuela hay una dictadura y ahora me pregunto si de haber ganado el “sí”, la oposición hubiese dicho que era fraude. La historia siempre es la misma, los vencedores y los perdedores, y los que mueren por victorias y derrotas, los leales y los traidores, quién posee la verdad, quién tiene la razón, quién se queda con el poder.
Chávez culpa a la abstención de haber perdido, la oposición la culpa de no haber sacado más ventaja, nunca sabremos que había en las cabecitas de los abstencionistas, son simplemente nulos.
Contenta... contenta estaré si puedo regresar a un país sin exclusiones, donde no me obliguen a tener lealtades y me dejen pensar y no estar de acuerdo, donde sea considerada semejante, sujeto de derecho y no camarada, como si ser ciudadano se limitara al amiguismo o al partidismo. Donde votar no sea sinónimo de hacer bulto para apoyar los intereses de tal o cual, sino el bienestar de un país entero y el ejercicio democrático de la expresión de mi opinión, independientemente de si pierdo mi voto porque no voy a ganar, o porque habrá fraude.
(Imagen tomada de http://www.educared.org.ar/tamtam)
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