domingo, 4 de enero de 2009

Epifanía

El 6 de Enero se celebra el Día de Reyes. En España, los Reyes Magos hacen una gran cabalgata por las calles de algunas ciudades y dice la tradición que les traen regalos a los niños que se han portado bien y carbón a los que se han portado mal.

Hoy en las iglesias venezolanas se celebra por adelantado esta fiesta que es en realidad la fiesta de la Epifanía del Señor, es decir de la manifestación de Dios encarnado en un momento concreto de la historia de la humanidad. Pero para que Dios se haga presente es necesario el testigo que presencie a Dios manifestado. Esta es la razón por la cual la Iglesia Ortodoxa celebra la epifanía y no el nacimiento de Jesús. Por ello la importancia de la llegada de los reyes magos de oriente, aunque lo de reyes no aparece en las Escrituras, pero es un arquetipo fuertemente arraigado en nuestra producción mitológica.

Hoy, la misa de las 12 en San Antonio de los Altos me hizo recordar esos momentos en la vida en que uno se pregunta ¿por qué me ha tocado esta familia, que es en apariencia tan distinta a mí? ¿Cómo puede Dios estar aquí en esta realidad?

Hace tiempo, cuando decidí volver a la iglesia después de años de ausencia, lo hice porque después de un largo trabajo personal me sentí llamada a recibir la eucaristía, ese acto era para mí reconocer la posibilidad del amor que todo lo entrega, en cuerpo, sangre y espíritu. Y también la aceptación de recibir ese gesto amoroso como alimento y sentirme bien amada en un encuentro que hasta hoy continua siendo íntimo y conmovedor.

Sin embargo, toda aquella vivencia era empañada por la imposibilidad de cerrar los ojos a una realidad eclesial, que no se escapaba de contradicciones, corrupciones, perversiones, abusos de poder y todas las dificultades que caracterizan a los grupos humanos y que se reflejaban también en una falta de profundización y adecuación del discurso a la realidad actual, limitándose sólo a una fórmula moralizante y fosilizada.

Fue entonces cuando me mudé a Barcelona (todavía España, para el disgusto de algunos). En este país, que antaño fue núcleo fuerte del cristianismo y responsable de la evangelización de América, y que hoy es declarado estado laico, de iglesias vacías, crucifijos prohibidos, donde ser cristiano es ser un bicho raro; en este país en crisis no sólo económica sino espiritual, con distintos sectores a veces opuestos de una Iglesia, cuyos voceros oficiales con frecuencia lanzan juicios retrógrados y excluyentes ... encontré por otra parte, una verdadera revolución en el pensamiento de algunos cristianos que también son Iglesia y cuyas ideas se concretan en la praxis del amor y la misericordia para con los otros, la empatía en vez del juicio, la compañía en vez del reprendimiento, la autocrítica y el perdón. Grupos de gente que miran más allá de su ombligo y que con su trabajo y opción de vida contribuyen en gran medida a mundo más justo. Es así como el compartir la mesa eucarística pasó a ser comunión de hermanos y supe que no se puede ser cristiano solo y molesto con el mundo, aunque nuestra propia casa se esté cayendo a pedazos. Entonces, yo también me sentí Iglesia y me reconcilié con “La Casta Meretriz”

Pero ahora que estoy de nuevo en Venezuela me encuentro con mi pasado y mi indignación. Me pregunté esta mañana durante la misa, ¿Dónde está Jesús aquí? No estaba en la homilía del sacerdote que lejos de hablar de que todos somos partícipes de la promesa en Jesucristo como lo reflejaba la 2º lectura (Ef 3, 6) o de la guía y presencia de Dios a pesar de la dificultades en la realidad concreta, se dedicó a despotricar de la sociedad española y francesa, del otro lado del Atlántico, porque no adoran a Dios, porque han quitado sus símbolos, la decadencia del matrimonio gay, el señalamiento de los divorciados, la falta de Paz en Israel como resultado de no aceptar a Cristo y una sarta de barbaridades que son una vergüenza y un atropello para quienes no tenemos más remedio que escuchar a un “ Ministro de Dios”, que en vez de hacer una interpretación en clave cristológica, que esclarezca el sentido del evangelio, hace una catarsis verbal de sus propios prejuicios y condenas, a través de una lectura que contradice a la persona de Jesús, con la pretensión para más colmo, de buscar un sentido actual del texto evangélico.

Esta es la Iglesia que se dice perseguida y que no hace más que perseguir, señalar y condenar, amedrentar a través de la culpa y el miedo, la Iglesia que hace generalizaciones, que no respeta las diferencias, que le tiene pánico al cambio, la Iglesia de la que me alejé, se parece tanto a nosotros los seres humanos, será porque está hecha de carne, hueso y sangre...

Por suerte en toda esa maraña también está Dios presente, haciendo el ejercicio de memoria escrito más arriba, allí lo encontré, estaba también en los ojos de la niña, dos filas delante de mí, en el saludo de paz, en el pan y el vino, en la Palabra, abierta a re-interpretaciones, en el esfuerzo de mucha gente por construir el Reino en esta tierra.

Así que este 6 de enero habría que preguntarse si la llegada de los reyes, cuyo sentido es la posibilidad de la manifestación de Dios con nosotros, es un regalo inigualable que podemos recibir o es simplemente negro y duro carbón.

martes, 14 de octubre de 2008

De vuelta


Muchas gracias por todos los comentarios que he recibido sobre mi Inventario. Dice Clarissa Pinkola Estés que los amigos que nos aman y contemplan calurosamente nuestra vida creativa son los mejores soles del mundo y en ese sentido ustedes, mis amigos, son mi luz y mi alimento. Y gracias al que es mi esposo e insiste en sacarme a la luz desde mis escondrijos. Aquel texto fue el final de un proceso de duelo cuya primera etapa, digámoslo así, cerré antes de venirme, un balance para saber con más exactitud cual era la ganancia y la perdida y pasar al siguiente paso.... porque más allá de la vivencia bipolar de reír y llorar, desplomarse y levantarse de los últimos meses, yo necesitaba ponerle palabras a la vivencia, elaborar, porque si no todo se reduce a la impresión del caprichoso embate emocional del que no saco nada en limpio y poco a poco hasta el recuerdo de la sensación se va olvidando...

Estoy de vuelta. Es curioso volver a algo que es conocido pero de lo que no te acuerdas. Siento que camino en punta de pies, como si no pudiera pisar firmemente la tierra. Es como aprender a andar, poder utilizar el desequilibrio para moverme en una dirección, más allá de la inseguridad y el riesgo de caída. Entiendo porque los niños necesitan un entorno seguro para afianzar los apoyos y una rutina para delimitar el tiempo y el espacio... necesito un trabajo, una casa y continuar un proyecto de vida y de familia.

Todo aquí parece explotar, la vida se abre paso salvajemente: las nubes parecen titanes celestes, los árboles con sus diferentes tonalidades de verde y su crecimiento asimétrico y exagerado, la lluvia que cae como si el cielo fuera a romperse en pedazos, el caos del tráfico y la manera improvisada de hacer de la gente y al mismo tiempo en medio del ambiente frenético, la posibilidad de hacer cosas, la oportunidad para crear, la apertura, la tierra vírgen, el movimiento.

La gente dice que es duro volver, yo no he pasado de la contemplación, el asombro y la sensación de desubicación. A veces hasta encuentro semejanzas. El pasado 12 de octubre un cura recordaba en la misa de domingo, que celebrábamos el comienzo de la evangelización, lindo nombre para decir homogeneización, imposición e irrespeto a las diferencias. Más de 500 años después seguimos reproduciendo los errores de nuestra madre (llámese Iglesia, llámese Patria) y creemos que unidad significa igualdad de pensamiento; que oposición denota oponerse a todo lo que el otro haga, culparlo en lo posible sin proponer alternativas y sin buscar conciliación; y evangelizar es adoctrinar y aconsejar porque soy yo quien sé lo que le conviene al otro, en una relación sutilmente vertical sin preguntas, sin escucha, sin acompañamiento real. Ya sé que contrario al dicho, todos los gatos no son pardos y hay gente aquí y allá, trabajando por hacer las cosas diferente, pero comentarios como ese me ponen los pelos de punta.

Hay cosas que parecen ir más allá del lugar y la época, cosas que pertenecen a la naturaleza humana, quizás a eso podrían referirse las palabras de Bolívar: “ Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”. No a una creencia soberbia de que todo lo podemos, o que nosotros somos los buenos y por eso lo lograremos, sino a tomar en cuenta esa parte de la naturaleza humana que destruye, que lo deja todo en ruinas, que sabotea y que además nos constituye y que antes de dominar debemos aceptar y comprender para sólo entonces ponerla al servicio de la creación.

Aquí estoy, desde mi ventana, rogando porque mi animus sea lo suficientemente fuerte para empujarme a la acción, mientras trato de entender cual es mi lugar en ésta mi casa.


lunes, 4 de agosto de 2008

INVENTARIO


Caminatas nocturnas sin miedo tercermundista
las bibliotecas municipales
los amigos cercanos y lejanos
el verano en chanclas, la mala facha
el mar besando la ciudad, el topless
los calçots, el fuet, el cava y el vichy catalán
la lengua de hablarle a los niños
los horarios de trenes y autobuses
un día de invierno con sol espléndido y cielo despejado
antiguas piedras medievales, signos de barbarie y civilización
rocas de Gaudí y Subirachs
y del macizo de Montserrat
el fuego de San Juan bajo mis pies
recuerdos inventados de Ciutat Vella
la calle Aviñón de las señoritas de Picasso
Las Meninas de la calle Montcada
la sombra de Mujer y Pájaro al atardecer
Nube y silla, puño y letra de Tàpies.
Todo esto me fue dado en comodato y yo lo acepté sin más
apenas alcancé a plantar un roble nupcial
a enterrar un filamento de mi propia raíz en este suelo.
De nada habría servido esconder el don bajo tierra
de nada tratar de retenerlo para siempre
todo pasa
y esta madre no suelta prenda sin rédito
lo que es de esta tierra aquí se queda.
Yo me voy, no soy de aquí
llevo sobre la frente el estigma de Ulises
sin siquiera estar segura de que exista Ítaca.
Me voy a descubrir América
el agua tibia del Caribe
quizás mi casa me espere.
Me voy de esta ciudad que te roba el corazón
arrancándolo de raíz
para ofrecerlo al dios Sol Mediterráneo.
Adiós a esta tierra con heridas de guerra
de gente agria que no mira a los ojos
de sardana autocontenida.
Salgo de esta ciudad misteriosa y mezquina
ciudad de todos y de nadie
cara prostituta cosmopolita
meada por guiris y locales.
El tiempo de quedarme ya ha pasado
pereció exangüe mientras dormía
dejándome otro duelo y su hacienda:
un botín de plata en mis sienes
una alianza de oro en mi anular
llagas en los pies de tanto andar
fe en la cruz de cada día
el deseo por la letra y la materia
y un amor descarnado por esta tierra y su gente.

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domingo, 8 de junio de 2008

Adiós Eugenio

Cada vez que alguien conocido muere además del sin sentido que nos queda en el cuerpo, uno recuerda la propia fragilidad que es al final la de todos, sin importar quien seas o cual haya sido tu contribución al mundo. Pero cuando además quien muere ha dejado una obra valiosa para muchos, removido pensamientos, sentimientos, o tocado de manera sutil algunas almas, queda la sensación de que en este mundo infame, la gente de buena veta es la que se va.
La muerte de Eugenio Montejo es una de éstas. Su voz ha hecho eco de mi propia voz en un trecho de mi historia. La última vez que lo vi y lo escuché fue en un taller de poesía en Corpbanca, en julio de 2004, en Caracas. Ese momento marcaría una nueva etapa de mi vida en la que me vendría a España. Ahora cuando el regreso a Venezuela es inminente y después de haber rescatado del olvido una de sus antologías semanas atrás, Eugenio Montejo precede mi vuelta a ese trozo de “tierra redonda y verde”. Ya no será la misma que dejé, habrá perdido un hijo.
Voy con un libro suyo bajo el brazo en estos día, leyendo sus poemas en metros y autobuses, en silencio. Voy conversando con él en ese espacio textual sin tiempo donde uno puede escuchar la voz de los ausentes, voy haciendo memoria y homenaje a quien dejó su cuerpo sembrado bajo tierra pero se fue para quedarse. Escucho su despedida en el Adiós de Jorge Silvestre segura de que en unos de esos barcos en los que siempre partía y después de haber amado y seguir amando habrá llegado a Manoa.
Aquí dejo un poema suyo que comentábamos hace unos días en casa:

            LO NUESTRO

Tuyo es el tiempo cuando tu cuerpo pasa
con el temblor del mundo,
el tiempo, no tu cuerpo.
Tu cuerpo estaba aquí, tendido al sol, soñando,
se despertó contigo una mañana
cuando quiso la tierra
Tuyo es el tacto de las manos, no las manos;
la luz llenándote los ojos, no los ojos;
acaso un árbol, un pájaro que mires,
lo demás es ajeno.
Cuanto la tierra presta aquí se queda,
es de la tierra.
Sólo trajimos el tiempo de estar vivos
entre el relámpago y el viento;
el tiempo en que tu cuerpo gira con el mundo,
el hoy, el grito delante del milagro;
la llama que arde con la vela, no la vela,
la nada de donde todo se suspende,
eso es lo nuestro.

jueves, 27 de diciembre de 2007

Entender no entendiendo...


El camino a la perfección, la verdad, el conocimiento pareciera una incógnita siempre abierta que místicos, pensadores y artistas han intentado darle respuesta y que sigue de alguna manera siempre llamando a ser respondida.

En la Abadía de Montserrat ubicada en una de las más importantes y misteriosas montañas de Cataluña, se encuentra una escultura de Josep Maria Subirachs que representa L'escala de l'enteniment de Ramon Llull

Es una estructura que me resulta magnética, quizás por la posibilidad de interacción y la invitación que en sí misma contiene el concepto de escalera hacia el conocimiento. En estos días volví a Montserrat con mis cuñados que están de visita en Barcelona. Pasamos a ver la escultura y me quedé pensando en cómo esa interacción con ella me decía cosas de mí misma y de cómo va cambiando mi relación con el entendimiento y la Divinidad.

Esta vez subí de espaldas, tomando impulso desde el suelo y sentándome en cada escalón, no con la gallardía y agilidad del alpinista con que subió mi cuñado, siempre asociada culturalmente al varón, sino con el esfuerzo que me suponía la ropa de invierno y la falta de entrenamiento físico, pero también con el sosiego y la pausa de ir pasando por cada peldaño, mirando hacia abajo lo que iba dejando y sin el ansia de llegar a la cima, porque en definitiva a pesar de la jerarquía, cada escalón contiene atributos de Dios (que son femeninos, por cierto, según Llull) que se han de incorporar para pasar al siguiente, pero Dios sigue estando presente en la piedra, la flama, la planta, la bestia, el hombre... Cuando llegué al peldaño del hombre, o mujer en este caso, el vértigo comenzó a aparecer, porque no es posible desde allí evadir la presencia del precipicio que se extiende, mientras los peldaños se hacen cada vez más estrechos. Me detuve. El camino en ascenso también se refiere a pasar de lo individual a lo universal y renunciar al ego, a la vanidad, al logro, al éxito. El miedo a la muerte necesita de la fe y la confianza en ese Dios al que se quiere encontrar, yo no estaba allí para demostrar ni demostrarme nada, no quería ser Babel, no quería ser Dios, quería encontrarme con él y para ello las dos partes habían de interactuar, no era mi voluntad, ni mi fuerza lo que determinaba subir los últimos peldaños, sino la asistencia, la respuesta de ese a quien buscaba y que ahora estaba dispuesta a recibir. Fue así como después de la pausa y la súplica, con la confianza renovada terminé de subir hasta el último peldaño y luego de las fotos correspondientes, me quedé un momento en silencio contemplando el paisaje inmenso bajo mis pies. Y Dios pasó como un viento suave “... y me susurró al oído dulces palabras. Y como el mar que abraza al arrollo que corre hasta él, Dios me abrazó. Y cuando bajé a las planicies y a los valles vi que Dios también estaba allí.”*


* Kalil Gibran. El Loco

viernes, 7 de diciembre de 2007

El bravo pueblo

Se habla en estos días de diálogo, debate, entendimiento, pero para ello hace falta que las dos partes en cuestión estén dispuestas. Cuando una de las parte se resiste, la otra ha de insistir por la vía de la empatía, de hacer sentir al otro que es escuchado y tomado en cuenta aunque el otro siga con su pataleta. Ponerse en el lugar del otro no es fácil, no basta con repetir discursos vacíos sino que hay que ser sensible al sufrimiento humano,sin descalificarlo, sin menospreciarlo, dejar prejuicios de lado, etiquetas, pero también sin identificarse, sin sentirse aludido y enfurruñarse, es decir, con una mirada comprensiva que permita romper círculos viciosos tan profundamente instalados.

En este video se refleja cómo siente alguna gente, que no son pocos...qué respuesta darle a su sentimiento?




Herida de muerte

Mujer mal querida
Artemisa, que sólo te permites amar a un semidiós, porque ningún hombre sirve
hombre-tótem digno de confianza, depósito de lealtad
poseedor de la vida que no puedes ofrecerle a nadie
Hombre-idea que te “ideologiza” y te explica la vida de manera simple y te hace sentir segura,
te explica tu rabia y la impotencia ante la maldad
y te alivia de la culpa de tu vida de miserias.
Te saca del margen y te coloca en el centro, donde todos quieren estar,
te libra de la incertidumbre y las ambigüedades de preguntarte y no entender
te hace sentir comprendida, escuchada
es tu igual, es como tú, entiende tu padecer
dulce compañía.
Te hace ver que no eres egoísta, que no es sólo por ti que luchas,
sino por todo un pueblo, heroína y mártir
te importan tus semejantes
formados eso sí, por los que son como tú, no otros
Santifica tu acción atroz, en fin, te hace buena, y te da una razón para vivir.
Cómo no decir que sí...
Pero... también los paraísos se pierden
la muerte siempre llega...
qué pasará entonces ante el vacío de su ausencia?
y si i descubres que no eres correspondida?
que amor y poder no van juntos
que lo tuyo es una herida tan honda, tan vieja, que ni siquiera recuerdas.

jueves, 6 de diciembre de 2007

¿Contenta?



“Debes estar contenta por el resultado del referéndum”, -me dijo un compañero con el que estudio catalán y que no me conoce de nada más- Yo le respondí: “realmente estoy muy molesta con toda esa gente que no fue a votar”

Por las razones que sea, infundadas o no, un 44% de abstención no es victoria de nadie, sino reflejo de la comodidad o la desesperanza de un país que sigue perdiendo.

Alivio, creo que es la palabra que mejor define mi estado de ánimo, después de tantos días de tensión, y agradecimiento, por los esfuerzos de tanta gente, por la esperanza de los más jóvenes y la llamada a la reconciliación de algunos..Pero es curioso que aquí en el exterior la gente no se tome la molestia de preguntar, sino que da por sentado que la opinión que difunden los medios de comunicación, es generalizada y verdadera. Al día siguiente del episodio con el rey, todos eran expertos en Venezuela y el tema llenaba las conversaciones estériles que coartaban la posibilidad de la escucha y la duda ante una situación que no se conoce. Pasa igualmente cuando despotrican alegre y categóricamente sobre la iglesia, asumiendo que uno no es creyente y que igual que ellos “se caga en la puta hostia”.

Estoy un poco cansada de los seres humanos, tan reduccionistas, tan poco empáticos con los que piensan diferente, tan egoístas y posesivos....tan propensos a la locura y la destrucción. Cansada de la categorización, de la descalificación que da seguridad y afianza la falsa creencia de ser muy listos. Grupo del que yo no estoy exenta.

Antes del referéndum me preguntaba si de ganar el “no” y ser reconocido por el gobierno, la gente seguiría diciendo que en Venezuela hay una dictadura y ahora me pregunto si de haber ganado el “sí”, la oposición hubiese dicho que era fraude. La historia siempre es la misma, los vencedores y los perdedores, y los que mueren por victorias y derrotas, los leales y los traidores, quién posee la verdad, quién tiene la razón, quién se queda con el poder.

Chávez culpa a la abstención de haber perdido, la oposición la culpa de no haber sacado más ventaja, nunca sabremos que había en las cabecitas de los abstencionistas, son simplemente nulos.

Contenta... contenta estaré si puedo regresar a un país sin exclusiones, donde no me obliguen a tener lealtades y me dejen pensar y no estar de acuerdo, donde sea considerada semejante, sujeto de derecho y no camarada, como si ser ciudadano se limitara al amiguismo o al partidismo. Donde votar no sea sinónimo de hacer bulto para apoyar los intereses de tal o cual, sino el bienestar de un país entero y el ejercicio democrático de la expresión de mi opinión, independientemente de si pierdo mi voto porque no voy a ganar, o porque habrá fraude.

(Imagen tomada de http://www.educared.org.ar/tamtam)